Sigue el rodillo del Atlético de Madrid. La estrategia de Juan Ignacio para cerrar los caminos ofensivos a los de Simeone, para tratar de sumar un punto y no perder, se vino abajo con el gol de Raúl García. El Valladolid fue mitad virtud y mitad defecto. Su virtud fue el orden defensivo, la capacidad para tratar de anular a un equipo que venía enrachado y en gran forma, y eso lo consiguió en la primera parte. Su defecto, enorme, el mismo de Elche, su incapacidad para crear peligro en la portería contraria y sus tremendos problemas para poner el balón en el área rival. La consecuencia fue que en cuanto el Atlético de Madrid abrió la lata, la estrategia de defender la línea se vino abajo y el Valladolid se quedó sin argumentos. Las ausencias de Valiente, Víctor Pérez, Rubio y Óscar son demasiadas bajas ya que todos ellos son hombres claves en el once pucelano, pero ayer ya estaba Ebert en el campo y el déficit de juego ofensivo blanquivioleta fue flagrante, independientemente del nivelazo que atesora la defensa rojiblanca liderada por Miranda y Godín.

Perder ante el Atlético entra dentro de lo previsto y JIM lo sabía, por eso salió a amarrar, aunque no lo consiguiera. Es mucho más perdonable lo visto ayer, con un Valladolid que peleó todo lo que pudo, pero que nunca asustó al Atlético, que la gran oportunidad desaprovechada en Elche. Ahora llegan dos partidos que van a marcar el verdadero nivel del Valladolid, Levante el martes en Valencia y Málaga el viernes en Zorrilla. Será clave ir recuperando jugadores y que el juego de los de vallisoletanos ofrezca algo más en ataque. El Valladolid necesita ganar partidos y eso sólo se consigue buscando la portería contraria.