El Atleti ha ganado dos veces en el Bernabéu en poco más de cuatro meses, pero la diferencia de forma entre ambas victorias muestra el crecimiento del equipo: de pasivo a dominante. Si este derbi acaba 0-4 a nadie sorprende. Fue un baño. No es casualidad, el equipo de Simeone ha dado el gran estirón, de adolescente con potencial a tiarrón calibre Clint Eastwood. Sí, el maldito Clint Eastwood. Sigue siendo agresivo, la etiqueta que se le colgó de inicio y desde la que, para qué negarlo, empezó a construir el Cholo. Pero ya es más que eso. Mucho más. Es un equipazo que juega de maravilla al fútbol, que lleva 21 puntos de 21 y que pelea de igual a igual con dos portaaviones que se creían inabordables. En Chamartín vimos orden, garra y compromiso, sí, y talento. A borbotones.

Bajo el disfraz de tipo duro, guarda el Atleti futbolistas de equipo grande. Ante el Madrid de los 500 millones demostró que varios tendrían hueco en el once rival, cosa impensable hace nada. Diego Costa, por supuesto, incontenible fuerza de la naturaleza; Koke, cuyo techo sube un metro cada día; Filipe Luis, Godín y Miranda, figuras silenciosas de la Liga; Tiago, cuya exhibición recuerda que es un mediocentro enorme cuando el físico se lo permite; Courtois, presencia insalvable cuando se le requirió... Pero el símbolo, el ejemplo vivo del cholismo, es Arda. Calidad descomunal, presencia constante y liderazgo. Su bronca a Diego Costa cuando flirteaba con la expulsión es este Atleti en una imagen. Artistas con coraza y el escudo tatuado. ¿Un equipo agresivo? No, un equipo tremendo.