No marchaba el partido de Oporto tal y como el Atlético nos tiene acostumbrados esta temporada. Menos intensidad que otras veces, el equipo largo, el rival jugando bien. Hacía falta un golpe de autoridad que se estaba demorando. Hasta que apareció Godín, que antes había puesto oficio -la famosa jerarquía del fútbol sudamericano- en algún cruce vital en defensa para rematar a gol el balón que le puso Gabi en una acción de estrategia. Ni la salida de Helton, el guardameta del Oporto, ni la oposición del defensa evitaron el remate del uruguayo que arrancó con su gol la remontada atlética para ganar donde antes nunca lo había logrado.

A medida que Simeone incluía centrocampistas y retiraba delanteros en el equipo fue un defensa el jugador decisivo y el que empujó desde su posición al resto de compañeros. El uruguayo demostró ayer cuán importante es ese pasillo de seguridad del que nos hablaba Luis Aragonés. Pasillo que empieza atrás y que Godín fortificó cuando hizo falta para aprovechar el remate cuando aún era más necesario. A él le corresponde gran mérito de la victoria de su equipo. Otra más, por cierto.