La mejor pretemporada en forma de Eurobasket

La mejor pretemporada en forma de Eurobasket

Virtudes en custodia. La mejor sensación posible a primeros de octubre en un equipo como el Real Madrid es la preservación de la virtud y el estilo. Y la segunda es que la aportación de la pareja Bourousis-Mejri supere a la que acreditaron Begic y Hettsheimeir el año pasado. La categoría y la motivación del griego preludian un avance importante.

Detrás de la barba. Sergio Rodríguez no es más que el resultado de una deriva de definición y maduración. Sin perder chispa ni fantasía natural, su juego ha provocado la mancha roja alrededor de todos los que se tiraron a la piscina para cuestionarlo durante años, supuestos delatores de la ligereza apoyados en el fundamentalismo de la pizarra y en la continua descalificación de las licenciaturas de letras en el baloncesto. El último año y medio del tinerfeño no se debe a una detonación casual. El registro ordenado de lo previamente vivido y un concienzudo ajuste hacia una obsesiva preparación personal y profesional (definición física, velocidad de reacción, miles de horas de tiro, placidez y madurez emocional) le ha dado un soporte de oro y titanio a su talentoso y genético contenido.

Estado de forma. No hay mejor pretemporada que disputar un Eurobasket de tres semanas en septiembre. Jugadores como Sergio Rodríguez, Rudy, Llull, Mumbrú, Nachbar­ y Tomic lo demostraron ayer. Su reto y el de sus entrenadores es distribuir los baches lógicos en cargas anuales de más de cien partidos.

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