Acertó plenamente Valverde dando entrada a Toquero. Ese cambio alteró el orden en San Mamés. Con su empuje y la presencia de dos puntas, el Valencia se desorientó y cambió el panorama de una velada que hasta ese instante era de color blanco. El Valencia pudo incluso llevárselo de calle si en los primeros compases de la segunda mitad hubiera tenido tanta puntería como claridad de ideas para llegar a las inmediaciones del área de Iraizoz. Pero el Valencia perdonó y dio lugar a que La Catedral rugiera y el león despertara.

Lo dicho no quita que anoche en Bilbao se viera al mejor Valencia de la era Djukic. De hecho no deja de ser el primer equipo visitante que se lleva algo en la mochila del nuevo San Mamés. Parece que el técnico serbio va dando con la tecla que necesitaba su proyecto. Ha cortado la sangría de goles que encajó en los cinco partidos que le llevaron a tener la soga en el cuello y ha encontrado su columna vertebral: Ricardo Costa, Mathieu, Banega, Javi Fuego y Jonas. Anoche además el equipo tuvo criterio en la transición defensa-ataque. Le faltó solo sentenciar y por ello que solo sumara un punto y no tres. Pero de dónde venía a lo que hoy es el Valencia va un abismo. Es el camino.