Diego Costa sigue sin jugar con España. Una lesión se lo impidió. Y a lo que se ve, a tiempo. Porque la fecha que la burocracia concedió para que el punta debutara ha sido una colección de despropósitos, para recordar como bochorno más que como efeméride. Desde el matiz molesto del pantalón rojo hasta el sainete del cambio de más que encima intentaron disfrazar de falso fair play. Y así es mejor no estrenarse con la selección de tu país, que en el caso de Diego Costa, se pongan como se pongan, uno es España.

Lo curioso es que incluso sin ir, Diego Costa supo de un nuevo detractor. Un competidor por el nueve que a estas alturas no le reconoce como español. Fernando Llorente dice que en su lugar hubiera optado por jugar con su país, como si España no fuera también el de Costa. Un discurso que cantan los ultras y que al menos en alto no se han atrevido a recitar los demás de La Roja. Un mensaje que chirría en una sociedad que se supone avanzada y que, como el debut ya no podrá concretarse hasta marzo, amenaza con no apagarse aún. Ni siquiera entre a quienes se daba por civilizados.