La Selección de rugby va a volver a contar con cuantos jugadores extranjeros pueda. Preferentemente, franceses. Son buenos, y la proximidad facilita que sus clubes les permitan desplazarse. En el rugby basta acreditar antepasados de un determinado país para jugar en su selección. Franceses con padres o abuelos españoles no faltan, y algunos juegan al rugby. Esos son los que interesan, y los que van a jugar en la Selección, siempre que sus clubes se lo permitan. Ya lo hicimos cuando Regis Sonnes fue el seleccionador, y no nos fue mal. Fuimos hasta primeros en el Seis Naciones B. Pero en la Selección no se hablaba español, se hablaba francés; incluso se animaba en francés, porque los amigos y familiares de los jugadores eran franceses.

¿Queremos eso? Es el debate. Después de Sonnes llegó Bevin, contó con los españoles, y ahora estamos últimos en el Seis Naciones B. Si queremos resultados para intentar ir al Mundial hay que subir hasta la tercera plaza y jugar después la repesca. Es lo que va a intentar Santos, el nuevo seleccionador. Por eso cuenta con los mejores que puede, independientemente de su nacionalidad. Con que hayan residido 36 meses en España o tengan antepasados españoles, basta. Se trata de un atajo para colocarnos en el mapa del rugby, pero habrá un problema de identificación. Italia llegó a ganar la final del Europeo 03 de fútbol sala con jugadores brasileños, y ha tenido que dar marcha atrás. Por los atajos se llega rápido, pero ¿y después?