Hace un año, al finalizar el GP de Brasil, el resultado fue el mismo que en esta temporada: título para Vettel y subcampeonato para Alonso. Sin embargo, sensaciones bien diferentes las de la presente ocasión a las de la pasada… por desgracia. En 2012, el español vio esfumarse su sueño en esta última carrera, mientras que ahora el dominio del alemán ha sido tan abrumador que las opciones de todos sus rivales se acabaron casi después del verano. De la emoción al tedio, de la ilusión a la decepción. Porque para mí, personalmente, eso ha sido lo peor de este Mundial que ya es historia: no tanto que Alonso se haya quedado otra vez sin corona, sino cómo se ha consumado el desastre.

Trece victorias y 397 puntos. El balance para el piloto de Red Bull es tan elocuente que deja en evidencia los dos triunfos y 242 puntos de su contrincante de Ferrari. Y eso que Alonso ha llevado un F138 renqueante a niveles inauditos, porque la otra referencia sería la de su compañero Massa: octavo clasificado final (el lugar natural de su coche) y sólo 112 puntos. Así que no admite discusión que el gran derrotado de este año no es Alonso, es el proyecto diseñado en Maranello, sin la capacidad de reacción que se espera de una escudería de su potencial cuando Pirelli decidió voltear el campeonato cambiando los neumáticos. Fue un duro golpe, sin duda, pero precisamente las leyendas se distinguen por sobreponerse a dificultades como ésta. Así que mejor pensemos ya en 2014...