No cabe duda de que Suárez, con el paso de los años, ha adquirido un poso y unas tablas que le permiten ver el futuro de forma muy distinta a como lo hacía en situaciones similares hace algunos años. Algo muy importante ha cambiado. Él es ahora el dueño y el que toma las decisiones. No tiene que responder ante nadie. Y a la hora de tomar esas decisiones se ha apuntado a la línea de la tranquilidad, de dejar trabajar, de no gastar un euro por encima de lo presupuestado. Con dos descensos y dos ascensos a sus espaldas, sabe que el Valladolid está condenado a vivir en el filo de la navaja, y lo asume. No se le nota nervioso por tener al equipo en puestos de descenso. Y vuelve a repetir la palabra tranquilidad, aunque la procesión vaya por dentro.

Y tiene toda la confianza en su entrenador. Dice estar dispuesto a terminar la temporada en Segunda con JIM, si tuviera que ser así, porque confía plenamente en él y porque es un hombre honrado. Y puede ser buena esa fórmula de la tranquilidad. La gran duda es si lo que ayer nos dijo será capaz de mantenerlo dos meses después si el equipo no consigue sacar la cabeza, pero el mensaje de apoyo y de no perder los nervios me gusta. Aporta equilibrio en momentos de dificultad.