Será un éxito diplomático del Real Madrid conseguir que su máxima estrella acuda el 13 de enero a la gala del Balón de Oro en Zúrich. Blatter le ha dado al crack portugués motivos sobrados para evitarle, pero la imagen de Cristiano ausente en el podio que debe ocupar con Messi y Ribery no le ayuda en un proceso vital que le está acercando a la gente. El pasado martes en Copenhague demostró tener el respeto y el cariño de sus compañeros, que le buscaron durante todo el partido para que engordara sus marcas.

Algo habrá cambiado en el rol que Cristiano tiene en el vestuario madridista para que celebraran su gol como un objetivo común. Conmovedora resultó la imagen de Bale llevándole la pelota para que lanzara el penalti en el tramo final del partido, el galés de los 91 millones no lo dudó ni hizo falta que Cristiano se lo pidiera. El vestuario del Madrid tiene bien repartidos sus papeles, incluso entre sus estrellas.

Gane o no el Balón de Oro, Cristiano tiene ya el apoyo de sus compañeros, del club y de la afición en un movimiento que no se recuerda ni veo estén viviendo ni  Leo Messi en el Barcelona ni Franck Ribèry en el Bayern. Su inmensa ambición le ha jugado malas pasadas pero es también el motor que le permite acumular galardones. La revista World Soccer le acaba de reconocer como el mejor del año por delante de sus rivales del Balón de Oro. La LFP le ha premiado hace unos días como el  jugador más valioso de la temporada. Puede que todo esto le anime a acudir a Zúrich tal y como el Madrid pretende. Su saludo con Blatter será portada mundial, y su rostro cuando den a conocer el ganador también. Para ser justos debería ser una gran sonrisa.