Primero, los árbitros, porque marcaron la diferencia. Clos Gómez le birló un penalti claro al Madrid y luego le dejó sin Sergio Ramos por dos presurosas tarjetas. La segunda tiene un pase, la primera, no. Luego, Iglesias le dio al Barça un penalti de aquella manera, por balón que va a la mano sin que podamos tener nada claro que el jugador esté ocupando maliciosamente con ella un espacio antinatural. Los arbitrajes van de esos matices: tener o no más o menos ganas de pitar así o asao. El caso es que podemos dar ya por suficientemente pagados por el Madrid los puntos de Elche. ¿O aún no?

En fin, el Madrid se queda a cinco puntos del Barça, y corre el peligro de quedar a la misma distancia del Atlético, si hoy hay victoria local en el Manzanares. Y, sin negarle el derecho a quejarse del árbitro, no debería dejar tampoco de mirar hacia dentro, a sus propios defectos. Defendió muy mal los dos goles, Bale fue una sombra, Benzema otra salvo los quince minutos iniciales (espléndidos por parte de todo el equipo) y tampoco cuando recuperó la igualdad numérica supo imponer ese gran ‘rush’ final que le ha dado tantas remontadas. Echando cuentas, Diego López paró más que Andrés.

A Ancelotti se le vio confuso con los cambios. Como no estaba Jesé en el campo, como el día del Galatasaray, se metió en un carrusel de idas y venidas desconcertante. Eso ayudó a Osasuna a mantenerse firme y a ganar la orilla. Luego, en el Camp Nou, partido más bien soso, con chispazos del Barça, el penalti facilón, empate en córner (lo de la defensa del Barça también es para hacérselo mirar) y todo mejor cuando salió Xavi. Al Barça le falta pasión y le falta Messi, pero va haciendo los puntos. El domingo le faltará Neymar en Getafe. Al Madrid le faltarán en Valencia Pepe y Sergio Ramos, salvo recurso aceptado.