Cristiano Ronaldo recibió ayer en Dubai el ‘Globe Soccer’, que se viene a sumar a la serie de reconocimientos que está recibiendo este año, que no sé si ha sido el mejor de su carrera (aunque sí en goles) pero sí al menos tan bueno como el mejor. Cristiano ha jugado constantemente bien desde que llegó al Madrid, y si este año ha destacado más ha sido, sobre todo, porque el que no ha aguantado el ritmo ha sido Messi. Ellos dos están por encima de cualquier otro y el relajo de Messi le ha dejado solo. De ahí tanto premio, de ahí la sensación de que los títulos del Bayern no le vayan a bastar a Ribéry para el Balón de Oro.

Parece que va habiendo signos: Cristiano dice que va a acudir y Ribéry se ha quejado amargamente de que se alargara el plazo. Desde luego que el Bayern lo ha ganado todo y el Madrid (otra vez) nada. Pero el Balón de Oro, como estos otros que va recogiendo, es un premio individual. No es un premio al mejor del mejor equipo del año, sino al mejor del año. Si el Madrid ha vuelto a no ganar nada no ha sido por Cristiano, que cierra el año con 69 goles, más que nunca. Es porque el Madrid está llevado por una mano confusa, que busca el título de mejor fichador cada verano para luego fracasar cada primavera.

Dice Jorge Mendes que en el Barça Cristiano metería muchos más goles. Hace tiempo que lo piensa. Messi se crió en un club que ha vivido un periodo de extraordinarios orden y excelencia, y eso se ha envidiado desde el mundillo de Cristiano, que ven a éste remar río arriba en el batiburrillo que tiene montado Florentino. Cuando dice que podría haber ganado los balones de oro anteriores lo hace imaginando cuál hubiera sido su rendimiento en un entorno más serio. Como el que tuvo el Madrid cuando era algo más que un palco gigante en el que un infatuado reina sin que nadie le diga que va desnudo.