Bielecki, el Guerrero de Hielo

La cabeza rapada al cero salvo una cresta de rastas que continúan hasta mitad de su espalda y una mirada afilada por la sonrisa te hacen pensar en un vikingo ante un suculento botín o un mohicano decidido a no ser el último en nada. Pero Adam Bielecki es polaco, aunque también es un guerrero que se ha enfrentado a un serio enemigo y en su momento de máxima fortaleza: una montaña de ocho mil metros en pleno invierno. Cuando reflexionaba hace poco en este espacio sobre el futuro del verdadero alpinismo pensaba en alpinistas como Bielecki, que ha conseguido dos cimas de más de ocho mil metros en invierno.

Hace unos días, Adam estuvo en Madrid participando en las Jornadas Kutxabank de Montaña y Aventura que organiza mi amigo Ramón Portilla y tuve la oportunidad de compartir charla y unas cañas con él después de que contase sus experiencias a una sala abarrotada de espectadores. En especial, los pasados doce meses en los que este alpinista de 29 años ha conseguido algo asombroso: la primera invernal al Gasherbrum I, el K2 en verano y la primera invernal al Broad Peak; todas ellas sin oxígeno suplementario. La escalada del Broad se tornó trágica pues de los cuatro alpinistas, dos, el veterano Maciej Berbeka y el joven Tomasz Kowalski, fallecieron. Luego en verano también fallecía en el Gasherbrum I su compatriota Artur Hajzer, impulsor de este tipo de alpinismo invernal del mayor grado de exposición. En los últimos inviernos nueve alpinistas han conseguido llegar a las cimas de tres de los cinco ochomiles de Pakistán, pero en esos intentos han perecido siete alpinistas, amén de varios congelados graves. Esa es la aterradora estadística.

Adam es un brillante continuador de las gestas de los que primero merecieron el título de Guerreros del Hielo, un grupo de alpinistas polacos que en las décadas de 1970 y 80 se atrevieron a imaginar que un ochomil en invierno era posible. Tipos duros, adustos y valientes, que se supieron sobreponer a las escaseces que garantizaba el Telón de Acero a los alpinistas (no dejaba de ser una afición pequeño burguesa) y a la cruel dureza del invierno en las montañas más altas de la Tierra. Hombres memorables como Krzysztof Wielecki, Kukuczka o Cihy a los que las circunstancias geopolíticas de aquel momento, creo, privaron de un reconocimiento más amplio y acorde con lo que su coraje e imaginación les llevó a lograr.