El crimen (casi) perfecto

La hoja de ruta del Espanyol ante el Real Madrid era tan simple de planificar como complicada de plasmar por la categoría e imprevisibilidad del rival. Aguirre, sencillamente, intentó trazar el camino más corto entre el punto A y el B, siendo el objetivo aguantar como fuere el 0-0 inicial y encomendarse a una sorpresa en los 15 primeros minutos, o en su defecto a alguna genialidad propia o a algún error ajeno (como ante el Atlético) para acabar en un 1-0 épico. Era el crimen perfecto y, realmente, el Espanyol resistió con la máxima dignidad 54 minutos, en los que sólo concedió un contragolpe y una falta lateral, suficiente a fin de cuentas para desarbolar todo el plan. Una derrota, ningún punto para los pericos, pero con esa extraña sensación casi dulce fruto del espejismo que es el Espanyol, capaz de caer en Alcorcón y, cuatro días más tarde y en cuadro, plantarle cara al Madrid.

No en vano, ayer se acabó de destapar Córdoba, emergieron Álex y Torje (que sólo ha sido titular en cuatro jornadas, entre ellas el derbi y éste), y respondió la zaga, que deslució a Xabi Alonso, delimitó a Di María y anuló la sempiterna velocidad blanca. Pero, sobre todo, brilló Casilla, tan colosal como de costumbre y sólo superado en una acción de estrategia de la que no fue responsable. Tan damnificado fue el meta como los hinchas pericos, quienes deberían pedir el reembolso de las entradas, pues tratándose del Espanyol, éstas incluían un sufrimiento que, incluso habiendo perdido, no llegaron a percibir jamás.