Postales de después de la batalla

Quedémonos con los momentos de exaltación racinguista del jueves en El Sardinero y con la euforia de derribar la estatua del tirano de ayer en la Junta. Me temo que en mucho tiempo no volveremos los racinguistas a ser tan felices. Es más, bien mirado, creo que ni en esos momentos éramos tan felices como creíamos que lo éramos. Estábamos ahí, y así, por pánfilos. Por haber reído las gracias a muchos frívolos y sinvergüenzas que han hecho trizas al viejo Racing.

Nada más nombrarse la nueva Junta empezaron a verse las costuras del nuevo traje. Que si a Felisuco, racinguista 100%, no le perdonan haber apostado por liquidar al Racing y refundarlo (como si los demás no nos hubiéramos equivocado en estos años de vivir peligrosamente), que si a Quique Setién no le hacía feliz el Consejo y prefería otro presidente, que si Montalvo, que puede ser el nuevo máximo accionista de inmediato, se sentía dejado a un lado, que si a alguno de los héroes de la resistencia no se les ha reconocido lo suficiente... Lo de siempre, vamos. Lo peor, la ruina económica y organizativa que han dejado los chicos de Pernía. Un erial. Lo mejor, el rearme moral, la juventud orgullosa de su Racing y que han cambiado las cerraduras. You’ll never walk alones..., and without troubles.