Aburrirse es un arte menor

Cuando los aficionados hibernan la pasión produce un terremoto sentimental en torno a los equipos de fútbol. El capitán de los apasionados del Barça es Jordi Martí, que ejerce esa afición irrestricta en Carrusel Deportivo. Anoche dijo que en el Barça se están rompiendo cosas, y a mí me sonó a aquella famosa oda de Pablo Neruda, la Oda a las cosas rotas, “las cosas que nadie rompe pero se rompieron”. ¿Qué se ha roto en el Barça? La autoestima, se dijo en ese mismo programa de radio; y también la visión de la jugada, la pasión por llegar al otro lado habiendo hecho fútbol a lo largo del camino. Las cosas rotas, las cosas que nadie rompe pero se rompieron. En esa resquebrajadura abundan los motivos, pero también abundan las sensaciones; una es la del aburrimiento. Antes este Barça hacía del aburrimiento un arte mayor; de hecho, los enemigos del equipo decían que la belleza barcelonista era un perfecto aburrimiento. Pero era un aburrimiento de arte mayor. Este nuevo aburrimiento que ha inaugurado el Barça es de arte menor. Yerran los que dicen que todo es culpa de la baja forma de Messi. A mí me sigue pareciendo el mejor, el que sería capaz de hacer arte mayor hasta del aburrimiento.