La gran progresión de la Galerna del Atlántico

A veces aparecen jugadores así y generalmente terminan en Inglaterra. Miren a Silva, uno de los más finos estilistas que ha dado el fútbol canario, que ahora juega en la isla más grande de Europa. En este momento juega en el Tenerife un muchacho que se llama Ayoze, que terminará, seguramente, en un grande o en el extranjero. Los grancanarios tuvieron a Molowny o a Valerón, y los tinerfeños tuvieron a Foncho y a Pedrito, y nadie se acuerda de Foncho y a Pedrito pudieron haberlo hundido en el anonimato —o en Inglaterra— si Pep Guardiola no hubiera estado al quite.

Tiene que haber un ojeador avispado, un entrenador generoso, alguien que le sople al oído a la directiva, generalmente ocupada por gente que solo ve las estrellas, para que no se escapen genios, grandes o chicos. Y el Madrid tiene en este momento un genio, Jesé, que nació en la cantera grancanaria, se formó en las canchas madridistas y ahora, desde su estatura de mileurista del fútbol, le disputa el puesto a un multimillonario.

Imagino que si a Jesé lo hubieran puesto antes a jugar con los grandes, el año pasado, sin ir más lejos, ahora no habría esta disyuntiva sobre quién ha de disputar ese puesto a la derecha, o a la izquierda, de Cristiano Ronaldo, porque el hombre indiscutible sería esta galerna del Atlántico que alterna la fuerza del portugués con el juicio sereno del juego que tiene, por ejemplo, Xabi Alonso.

Eso va por barrios. En el Barça, por ejemplo, descolló Tello, pero lo taparon con otros, con Neymar, por ejemplo; independientemente de lo que suceda en el Madrid con Bale o en el Barça con Neymar, lo que es cierto es que estos grandes equipos ofrecen un trato defectuoso a aquellos que están al lado de esos enormes contratos, los muchachos que vienen de su cantera o que simplemente han ido prosperando sin apellidos ilustres o cachés impresionantes. A Pedro lo llamaban Pedrito y estuvieron a punto de echarlo, la pasada temporada, porque no le brillaban los ojos en el área tanto como en las primeras temporadas de Pep. La paciencia ha sido más suya que de la directiva, y ahora es indiscutible. En cuatro rachas Jesé, que es atlántico hasta el tuétano como su paisano de Tenerife, se ha hecho indiscutible en el Madrid. Una sola jugada suya, la del gol que le marcó al Atlético en el Bernabéu, vale más que mil palabras, o por lo menos tanto como las palabras que el club se ha gastado para poner en un altar, antes de hacerlo jugar, al titular de Gales.

¿Qué harán ahora, con Jesé en la sala gestatoria y con Bale en la sala de masajes? Ancelotti ha demostrado tener una intensidad emocional que le honra, y seguramente procurará que la galerna del Atlántico, que supera a Gento (la Galerna del Cantábrico) en inteligencia para iniciar y para finalizar, tenga los minutos imprescindibles para que no se caiga del honor que ya se ganó. Ojalá la directiva no permita que, como tantos otros, el ostracismo con que lo amenazan en todas las jornadas en las que al final triunfa no lo relegue… al fútbol inglés.