Una fatalidad lo de Márquez

Marc Márquez se ha roto el peroné. Una fatalidad. Mas como aún queda un mes para que comience el Mundial, hay tiempo para su recuperación. Además, estamos acostumbrados a que los pilotos reaparezcan incluso con mayor rapidez que los toreros después de una cornada. Pilotos y toreros tienen en común que cada vez que sufren un percance, se levantan, se limpian el polvo y continúan adelante sin tan siquiera examinarse los daños. Márquez se rompió entrenándose. No con la moto de competición, sino practicando una modalidad, la llamada Dirt Track, que consiste fundamentalmente en entrenar los derrapajes. ¿Una imprudencia? En absoluto. Como si un torero tiene una cogida en una tienta.

Los pilotos celebran 19 carreras al año, pero durante muchos más días se ponen en riesgo al correr con sus máquinas al límite. Entre los entrenamientos libres, los oficiales y las tandas de calificación para componer la parrilla, son 39 los días en los que van tan rápido como en las carreras. Luego hay que añadir los test de pretemporada donde las máquinas se ponen a punto. Unos ya se han celebrado y otros quedan ahora, en Malaisia y Qatar, y son lo que Márquez se perderá a consecuencia de su accidente. Son gajes del oficio, y la prueba de que los profesionales no están precisamente de vacaciones cuando no compiten. Pero como campeón que es, aunque Márquez se pierda todo esto, lleva mucho ganado. ¡Qué caramba! ¡Es el campeón!