Aquí estamos todos para arrimar el hombro. Sólo hay uno que puede hacer lo que quiera y es éste”. El dedo de un importante jugador madridista señaló al compañero que tenía al lado, que no era otro que Cristiano. La escena se contó en su momento, relataba una reunión de crisis en el vestuario del Madrid tras la derrota en el derbi del Bernabéu. Ha pasado una vuelta y algunas cosas han cambiado… Salvo la trascendencia que a Cristiano le dan sus compañeros dentro y fuera del terreno de juego. 18 partidos de Liga después Cristiano llega al derbi con 22 goles aquí, 11 en la Champions y tres en Copa. Fresco y descansado tras una absurda sanción ratificada hasta tres veces. Dispuesto a seguir su racha en uno de esos partidos donde siempre aparece. Hubo un momento en el que circuló una teoría según la cual se escondía en los partidos importantes. Una teoría que, según vio la luz, Cristiano empujó hasta enterrarla a base de goles decisivos, también frente al Atlético.

Cierto que en su afán por rendir a tope cada minuto de cada partido a veces se ofusca. Le sucedió en Alemania mientras sus compañeros de la BBC iban marcando goles. Se ofusca pero no se deprime. Así que mañana volverá a sentirse importante en un partido trascendente. Y será lo que él quiera. Tal y como le dijo su compañero… y amigo.