Señor Ancelotti, no cambie el rasero

Me parecía indiscutible que Ancelotti se había pasado de la raya acusando de violento al Atleti tras el derbi, por eso me ha sorprendido que se haya dado tanto recorrido a sus palabras. Desde que acabó el partido, he visto y leído menos sobre los goles que sobre las faltas duras de los de Simeone; que haberlas las hubo, ojo, pero de ambos.

Porque antes del tan repetido codazo de Filipe, Arbeloa le había metido una de esas patadas abajo que son al lateral como el sky hook a Abdul-Jabbar o la cola de vaca a Romario: su firma. Y como el brasileño parecía tener imán, Ramos le acarició con la puntera en el costado mientras se dolía en el suelo un rato después. Por no olvidar el esperpéntico vahído de Pepe, que no será violento, pero antideportivo es un rato.

Y luego está lo de Xabi Alonso, que ya es otra liga. Ha heredado la capa de invisibilidad que pasó de Harry Potter a Fernando Hierro y ahora luce él. Con mucha más elegancia, por supuesto. Como es muy bueno, muy listo y escucha una música estupenda, los árbitros han decidido que un tipo con tanta clase no puede hacer faltas. Y él lo aprovecha como un universitario una barra libre.

A veces se confía y suceden cosas como las del gol de Gabi, cuando olvidó el principio de impenetrabilidad de los cuerpos y desplazó tres metros a Raúl García con un empellón gratuito. Delgado Ferreiro tuvo que pitarlo y de ahí llegó el 2-1. Fue su único despiste: sin señalar pasaron un pisotón feísimo a Diego Costa y un viaje de ida (al suelo) a Filipe. Que saliera del Manzanares sin tarjeta es un tema de Cuarto Milenio. Que luego se quejase de que el rival fue “brusco”, es alta comedia.

El Atleti acabó su violento partido con 16 faltas, las mismas que hizo el Madrid en la ida de Copa. Y sus futbolistas no dejaron acciones tan indefendibles como el pisotón con el balón parado y por la espalda de Arbeloa a Costa o el Mocogate de Pepe. Aquel día, el Atleti salió a tocar con Koke de pivote y Diego y Arda por delante. Los blancos le pasaron merecidamente por encima con un despliegue físico gemelo al de los colchoneros el domingo. Aquel día, hace sólo cuatro semanas, Ancelotti no habló de violencia sino de “intensidad”. Y en ese doble rasero se acaba el debate.

Los cinco derbis de estos últimos diez meses han sido bravos, es evidente, pero o son violentos los dos equipos o no lo es ninguno. Desde mi punto de vista, es lo segundo, pero que cada cual trace su límite donde considere. Eso sí, que no lo mueva.