Anotar 61 puntos es magnífico

LeBron James anotó 61 puntos en el partido que jugó ante Charlotte el lunes por la noche; el acontecimiento ha sido noticia en todo el mundo. Cuantos más puntos, mejor para el baloncesto. Más se habla de él. Se crean ídolos y se persiguen récords, ya sean absolutos o personales. En la NBA se fomenta este tipo de sucesos, porque contribuyen al espectáculo y a crear expectativas. En el baloncesto europeo, y más concretamente en la ACB, en cambio, tenemos que irnos olvidando de estas cosas. Aquí es al revés: vamos hacia atrás. A causa de los roles y las rotaciones, los jugadores anotan cada vez menos puntos. No es culpa suya, porque materialmente no tienen tiempo para anotar más de 40 por muy bien que lo hagan.

Años atrás, Walter Szczerbiack llegaba a anotar 65 puntos y Arlauckas 63. Epi alcanzó los 54, y jugadores históricos como Sabonis, Petrovic, Oscar Schmidt, Delibasic y Rusell tienen registros superiores a los 40 puntos. Aparte de ser buenísimos, jugaban casi todo el partido. En la actualidad tenemos cañoneros acreditados para conseguir una barbaridad de canastas en días inspirados (Navarro, Rudy, Carroll, etc), pero creo que hasta ellos mismos han perdido la esperanza de superar sus récords (ninguno por encima de 40), y no porque no se sientan capaces, sino sencillamente porque no les dejan. Un error. Tantos partidos intrascendentes, y ni una concesión al espectáculo. Y después nos preguntamos por qué agoniza la ACB.