Hace justo un año, nada más jugarse la jornada 27 de Liga, el Madrid marchaba dando tumbos en una competición que estaba perdida desde Navidad. Sumaba 58 puntos, nueve menos que ahora, y el Barça marchaba escapado 13 puntos arriba (71). El Atleti estaba un punto por detrás (57), pero eso no consolaba a ningún madridista de bien. El título ya tenía dueño y todo resultaba deprimente. Pero la vida te ofrece siempre revancha. Se avecina una primavera más merengue que nunca. Lean con detenimiento los espectaculares números que presiden estas dos páginas. Como decía Ramón Mendoza, en un brillante eslogan que le guionizó mi amigo Fernando Ruiz (presidente de la Peña La Paloma), “hechos y no palabras”.

El proyecto de Ancelotti no es sólo una colección de magníficas estadísticas (de equipo e individuales, con Cristiano al frente). Ha llegado hasta aquí tras encontrar un sistema de juego que a su vez ha dibujado un fútbol ágil, dinámico, estético y ético. El equipo es ejemplar en su despliegue y jamás renuncia a la vistosidad, sin olvidarse de los deberes tácticos. Ante el Levante vimos a medio equipo desplazar balones de 40 metros a la bota. Así sólo es capaz de jugar un equipo campeón: el Madrid.