El derbi le corre por las venas

En la tónica guadianesca de toda su carrera, Reyes quizá no cumpla con las expectativas que en 2012 el Sevilla manejó para rescatarle del Atlético. Más partidos grises que deslumbrantes, poca aportación a la estadística... Pero pregúntenle al sevillismo si valió o no la pena: en sus tres últimos derbis, el utrerano suma dos goles, cuatro asistencias y un montón de picas de ésas por las que nos crucifican a los cronistas de AS en Comunio. Sin Reyes, quizá, Nervión no hubiera vivido el éxtasis de dos noches mágicas (5-1 y 4-0) que espera redondear el jueves, al calor europeo por primera vez.

Reyes ha mamado el derbi desde que sorteaba defensas infantiles como si fuera Messi, desde que con 16 años Caparrós le hiciera debutar en Primera, desde que en 2004 el Arsenal le convirtiera en el primer español que ganaba una Premier y tuviera que verlo por la tele, melancólico, en una casa de ladrillo de Londres, de Lisboa o de Madrid. Ni Bacca, ni Gameiro ni Rakitic. Cuna y genio provocan que Reyes encabece el paseíllo en Nervión antes del derbi: porque lo siente, lo vive, le corre por las venas.