El City, sin mentalidad de campeón

A veces se pasa por largo lo duro que es jugar con el Barcelona. No hablamos de golpes, ni del desgaste físico que supone correr detrás del balón, sino de la impotencia psicológica que supone verles mover la pelota alrededor del campo y no estar lo suficientemente cerca o fresco para recuperarla. Te destroza la cabeza. JIM hizo un par de cosas el fin de semana para evitar el desgaste que le supone defender a un equipo como el suyo, con jugadores a los que les gusta tener la posesión: la primera fue psicológica al recordar a sus pupilos que era esencial que no se vinieran abajo, que no se desordenaran hipnotizados por el control del Barcelona. Luego decidió buscar un dos contra dos en la defensa blaugrana, con Javi Guerra y Manucho con Piqué y Mascherano.

Nadie en el mundo juega con dos defensores, pero el Barcelona se ha acostumbrado a vivir en el alambre. Pero ninguna de esas dos cosas se le vio al Manchester City en el partido de ida: reculó, dejó que el Barcelona mantuviera una posesión conservadora y no mordió. Un latigazo de Messi fue suficiente para acabar con su resistencia. ¿No hubiera sido más complicado para el Barça enfrentarse a un equipo con Dzeko y Negredo arriba? Sin embargo, el City se dejó comer la moral: los millones compran jugadores, pero no personalidad. Le falta al City mentalidad de campeón, esa que se consigue con grandes (y muchas) victorias. El Barcelona juega bien contra equipos ingleses, pero además, pese a estar a un minuto de la duda, sabe cómo jugar estos partidos.