Un arranque un tanto decepcionante

No me gusta hacer juicios de valor antes de tiempo, básicamente porque creo que la precipitación es la causante de muchos errores. Una carrera de diecinueve, la primera además de una nueva época de la Fórmula 1, no debería ser determinante porque muchas cosas pueden cambiar a partir de ahora y sin demora. Sin embargo, todo esto no es óbice para que el GP de Australia nos haya dejado ciertas sensaciones iniciales que, al menos en mi caso, no son precisamente gratificantes, más bien lo contrario: rozan la decepción. Por eso, espero y deseo que muchas cosas cambien respecto a lo que hemos visto en Albert Park, de otro modo apañados estamos como aficionados en general y seguidores (muchos, entiendo) de Fernando Alonso en particular.

La carrera de Melbourne ha resultado anodina y carente de interés. Pocos adelantamientos, poca emoción, incluso poco ruido de estos motores electrificados y con cubicaje de utilitario. Menos mal que una nueva generación de pilotos, desde Ricciardo (pese a su descalificación posterior) a Magnussen pasando por Bottas o Kvyat, aportaron algo de frescura a una competición en la que parecía que lo único importante era llevar el coche a la meta, casi como en las 24 Horas de Le Mans… Concretando en Ferrari, poco entusiasmo merece su debut en el Mundial 2014. El cuarto de Alonso no se corresponde con el escaso potencial del monoplaza de Maranello, puesto que, de hecho, pudo haber sido un séptimo u octavo sin los problemas de algunos rivales directos. Una vez más la leyenda roja nos deja fríos y cargados de dudas, hubiera sido bonito empezar de otro modo. Lo dicho: esperemos un guión diferente, tiempo hay para ello, porque éste me gusta muy, muy poco.