Messi y los niños de la escuela

El máximo goleador de la historia, Messi, se dirige al cielo cuando marca. Otros señalan la tierra. El futbolista argentino, que empezó en los potreros de Rosario y se formó en la Masía con algunos de los que lo acompañaron anoche en el hat-trick de su récord, tiene como referencia el más allá, su abuela, es decir, su memoria, la mujer que lo acompañaba aquellas tardes en que podía más la pelota que la escuela. Su paisano Roberto Fontanarrosa tiene un cuento que dibuja a un niño como Messi caminando por las calles de Rosario, atado a un balón que le sigue. Ese cuento parece hecho para adelantarse a la historia de Messi, y en la tarde de ayer ese dibujo suyo de su relación con la memoria constituyó uno de los estímulos más poderosos para imaginar lo que sería el fútbol en la mente de aquel niño

Los mejores de la Masía, que siguen ahí, a su lado, lo acompañaron en una celebración extraordinaria el mejor fútbol de la reciente historia del Barça. Todos pusieron lo suyo —Iniesta, Pedro, niños de la Masía—, pero fue Messi el que simbolizó mejor esta carta a la memoria del equipo, dispuesto a repetir hazañas que convirtieron al Barcelona en algo mucho más que un club. Un equipo, el equipo de Messi y de los niños de la Masía.