Márquez es mucho Márquez

Ha sido una pregunta recurrente durante las últimas semanas: ¿cómo llegará Marc Márquez a la primera carrera del año, sin apenas pretemporada y tras su lesión? Y cada vez que me la planteaban, personalmente no tenía ninguna duda, estaba convencido de que el campeón vigente lucharía por el podio, incluyendo claro está entre esas posiciones la victoria. Mis motivos para tenerlo tan claro eran dos, ambos de mucho peso. El primero de ellos, el más evidente, ese talento del ilerdense del que poco se puede decir ya; el segundo, que me contaban que la recuperación de su fractura de peroné iba por buen camino y que, además, Marc estaba como una fiera enjaulada, con enormes ganas de moto.

Y parece que el pronóstico se ha cumplido, con independencia de lo que ocurra en la carrera de Losail. Quiero decir que al margen de las incertidumbres propias de la competición (nunca hay nada seguro), la pole de Márquez y su tiempazo en unas condiciones tan difíciles revelan con claridad que está para ganar. Quizá le cueste aguantar las vueltas, que su pierna se resienta con su paso, pero también la adrenalina que genera pelear por el triunfo debería ayudarle a pasar el trago. Su estado de gracia es la consecuencia lógica de un año ya de experiencia en MotoGP, con su moto y con su equipo. Ahora sus límites son otros, los conoce y gestiona con maestría, no debe rebasarlos para descubrir que lo ha hecho y eso es una ventaja que, en mi opinión, le coloca en una atalaya privilegiada.