La plaga se extiende, ahora a ver quién le dice algo a Neymar

Estallido. La junta directiva del Barça, a la que se le está acumulando la faena últimamente, se planteó hace pocas semanas la posibilidad de implantar un código de conducta en las Redes Sociales destinado a sus jugadores. Querían evitar episodios como el de Neymar dando gracias a Dios vía Twitter (sería divertido ver a quién sigue el Altísimo) por “un gran día” mientras en la sala de prensa del club Rosell dimitía. Todo apunta a que el intento ha muerto antes de nacer, porque la epidemia de los tuits inoportunos se ha expandido que ni la gripe. Ha pasado del vestuario al palco a una velocidad de vértigo. Comparado con esta plaga, los monos de la película Estallido son unos aprendices.

Que no pare la fiesta. Ayer, a las 17:24 horas, Josep Maria Bartomeu, un tío afable y simpático que siempre tiene una sonrisa en el rostro, se presentaba en la misma sala de prensa donde el pasado 23 de enero su predecesor anunció su dimisión. Lo hacía con una cara de funeral tremenda. No era para menos. Tocaba dar explicaciones ante el torpedo que la FIFA le ha mandado a la línea de flotación de su club. Pero no todo eran caras largas en la junta. A las 18:10 horas, mientras Bartomeu trataba de capear el temporal, Javier Bordas, directivo culé, colgaba en la red el siguiente tuit: “El viernes por la noche P y C están montando un fiestón en el Nuba, las cenas están completas. Recomiendo venir a las copas. Besos y abrazos”.

El hombre en Madrid. Javier Bordas, que también tiene siempre la sonrisa en el rostro, es, además de un conocido empresario del sector del ocio de Barcelona, el representante del Barcelona en la Real Federación Española de Fútbol. Teniendo en cuenta que el pollo con la FIFA ha llegado vía RFEF, igual se empiezan a entender muchas cosas.

Batalla perdida. Que el Barça (y seguramente la mayoría de las corporaciones) están perdiendo la batalla de las redes sociales es un hecho. La potencia de las mismas es tal, que es imposible ponerle puertas al campo. Ya pueden crear códigos, crear protocolos o recitar la Biblia en verso, que siempre habrá algo que se les escapará. Y miles de tuiteros anónimos dispuestos a vocearlo a los cuatro vientos. Mira tú, un problema menos para Neymar.