Qué manera de sufrir...

Otra vez Alemania. Disfruté el partido (mejor dicho, lo sufrí) en el Real Café del Bernabéu. Allí estuve con Manu Carreño, Ponseti, Ramos Marcos y todos los amigos del Carrusel. El escenario y el 3-0 de la ida ayudaban a ser optimistas, pero ya avisé en mi primera intervención: “Ojo, que esto es Alemania. Desde niño nos han amargado muchas noches. No me fío nada”. Ojalá hubiera estado errado. Pero en el descanso un sudor frío me tenía bloqueado. 2-0 y a un gol de una prórroga infame. Cristiano estaba desesperado en el banquillo, como si fuese un aficionado más. En el campo, a Illarra se le hizo muy grande el nivel de la velada, la defensa era un flan, Bale iba a su bola y no daba bola, Benzema estaba en su particular mundo de sueños imaginarios, Di María se atolondraba fallando un penalti que puso un reactor en el corazón de las abejas mayas de Klopp, y se habían dado ¡83 pases fallidos! No era el Madrid. Era un equipo acobardado, sin personalidad y a merced de un rival inferior técnicamente, pero superior anímicamente. El 2-0 al descanso encendió las alarmas. No podía ser que por primera vez en su historia al Madrid le remontasen un 3-0. La Champions no podía perderse al rey de la competición de una manera tan burda. ¿Qué demonios nos estaba pasando?

Ancelotti reaccionó. El técnico italiano no leyó bien el partido, pero como rectificar es de sabios se aplicó en el receso. Sacó a Isco, que ya jugó en Dortmund el año pasado con su Málaga. Al menos, se alejaron los miedos. Isco te da un plus. Sabe proteger la pelota y hace pensar al rival. Reus, que en el primer tiempo fue un cuchillo jamonero imparable, y Lewandowski ya no encontraban tantas vías de agua en la defensa. Pepe se rehizo de su error en el 1-0 y fue el baluarte de Anoeta. Ramos supo sacar los colores a Reus, que hizo un piscinazo digno del Bolshoi. Y Carvajal se salió. El chaval se multiplicó por tres y demostró que su experiencia en la Bundesliga le vino de cine. Y Ancelotti culminó su reacción desde el banquillo dando entrada a Casemiro. Un Mauro Silva anda suelto. Debería tener más minutos. Se comió a los medios del Borussia. Personalidad, osadía y firmeza. Este brasileño vale mucho. ¡Qué juegue más, demonios!

Imperial Casillas. Ya que hablamos de canteranos como Carvajal y Casemiro, vayamos con el rey de la vieja Fábrica: Iker Casillas Fernández. Cum laude en una segunda parte para enmarcar. Sacó dos manos milagrosas. De esas que sólo él sabe meter. Sus brazos de hierro dibujaron la reacción del equipo. Casillas ha ganado dos Champions y quiere una tercera para terminar de pasar a la posteridad. Dejémonos de debates absurdos y estériles y disfrutemos con el privilegio de tenerle en la final de Copa y en lo que resta de Champions. Con Iker, soñar con ese doblete mágico es bastante razonable...

Respiro en la afición. Mi amigo Kenny, llegado desde Corralejo (Fuerteventura) para ver el partido con nosotros, me sacó una sonrisa: “Amigo, ahora entiendo a los del Atleti. ¡Qué manera de sufrir!”. Pues que esta noche ganen al Barça y nos vemos en semis. Un cruce que atrae a mi colega Raúl, el vikingazo de la peña Gran Capitán de Zaragoza, que dedicó la clasificación a su bebita Vera Berges, que ha llegado a este mundo con la 9+1 debajo de su bracito. El Embajador de España en Ecuador también lo sufrió escuchando la SER. Mal partido, final feliz. ¡Qué sufrimiento!