Normalmente, en el decálogo de los entrenadores el talento suele estar más bajo sospecha que el esfuerzo o los kilómetros recorridos por partido. Isco va sobrado de talento, pero como físicamente es un futbolista a medio pulir, le está costando una barbaridad ser referencia en el equipo encuentro tras encuentro. Cada vez que Ancelotti le coloca en el once, el Santiago Bernabéu acaba rendido a los pies de su calidad y su clase. Su manera de conducir la pelota, de recortar en un palmo y de poner el balón al compañero mejor colocado le han valido para, sin ser titular indiscutible, ocupar de pleno derecho un sitio entre los favoritos de la afición.

El puñetero sistema ha impedido hasta ahora verle con regularidad en el equipo titular en los grandes partidos, pero lo positivo de haber chupado bastante banquillo es que ha llegado al tramo final de temporada físicamente fresco y futbolísticamente pletórico.