Cristiano verá desde la grada la segunda final de Copa ante el Barça en su vida como madridista, en el mismo escenario donde hace tres años decidió la primera con un testarazo que le permitió al Madrid abrir un boquete temporal en el poderoso dique azulgrana, ese que cimentó Guardiola para ganarlo todo. A Cristiano le duele especialmente perderse un partido que se verá en 160 países y para el que se han acreditado 700 periodistas de todo el mundo. En este torneo su lucha por el Pichichi era imposible porque Messi lleva seis goles y él ha marcado tres, pero conociendo su voracidad y su ambición, no iba a dejar de intentarlo. El Madrid pierde sin él su tremendo empuje y valentía. No estará en el césped pero sí cerca de sus compañeros, como ya hizo en Dortmund donde desde el banquillo se solidarizó en el sufrimiento.

Ausente Cristiano, otra vez las miradas de la responsabilidad se posan en Bale. En Dortmund no pasó la prueba. Se esperaba mucho del galés, pero en un partido difícil se le vio poco, sobre todo cuando el dominio alemán exigía un gran esfuerzo comunitario. Frente al Barça y en una final de Copa, que será el centro de medio planeta futbolístico, Bale tiene la fortuna de disponer de una segunda oportunidad, y el riesgo máximo de volver a desaprovecharla. Casillas comentó en la víspera que ante una final con ausentes los más importantes son los presentes. A Bale le corresponde no llevarle la contraria a su capitán. Seguro que entendió el mensaje...