Ganaron los atletas

Velocidad. La velocidad es el enemigo del Barça, que tiene una defensa de jugadores lentos que ya no tienen fe en la recuperación de los balones. Esa velocidad tiene en el Madrid un nombre propio; Gareth Bale es mucho más que un futbolista, o mucho menos, según esté en el campo y según cuál sea su eficacia. Anoche le reprochaban que se quedara con los balones que pedían otros, y acto seguido marcó el gol que cambió el semblante madridista y le dio el triunfo a su equipo. Ahora es un héroe. Con razón.

Drama. Esa jugada fue un símbolo mayor, y dramático, del Barça de anoche y de toda la temporada. Detrás del medio campo, una escapada, del Madrid o del Granada o del Betis, acaba en un ay; el portero está desguarnecido en sí mismo, pero la defensa tampoco lo ampara. Ese gol de Bale fue en una carrera contra Bartra, que estaba cojo. Pero aunque no estuviera cojo, hubiera representado la impotencia del Barcelona para atajar las jugadas de atletas mejor dispuestos para jugar al fútbol que los jugadores que anoche representaron los colores azulgranas.

El muchacho. Bartra estuvo a punto de ser un héroe. Y Neymar pudo haber desequilibrado otra vez al Madrid. Fue tan peligroso el disparo de Neymar, el agónico disparo de Neymar, que el palo con que fue repelido recibió la caricia aliviada de Casillas. Fue un milagro que el portero madridista agradeció como conviene, saludando a la madera. Pero la gloria efímera de Bartra no duró nada; es más, fue él quien se atropelló en la defensa de la histórica escapada de Bale. Bartra dejó el campo después del gol de Bale; se llevó consigo un entusiasmo que de pronto lo asoció a Puyol, que estaba en el banquillo. Pero no es tiempo de héroes para el Barça. Cuando los equipos entran en tiempos oscuros no los salva nada, ni siquiera el azar.

El desaparecido. Es probable, como dijo aquí Menotti ayer, que Messi tenga en la cabeza algunos problemas que aún no ha deglutido. Su actitud en el campo es más preocupante porque no se conoce el origen de su apatía. Lo que es cierto es que la afección que padece, de cualquier género, física o psicológica, le previene de ser el que fue. Ahora la peligrosidad, la que aún mantiene el Barça, se ha desplazado a los pies de Iniesta y sobre todo a los pies de Neymar; pero ahí se ha producido un enorme desequilibrio táctico, que le impide a Messi ser Messi y al equipo actuar como lo hubiera hecho el Barça en las ocasiones en que se parecía a sí mismo. Hubo, de todos modos, instantes en que el equipo recuperó la respiración, sobre todo después del gol de Bartra, pero antes y después le recorrió la espina dorsal el sudor frío que producían las arrancadas madridistas. En medio del campo, subiendo y bajando desde su espíritu alicaído, el ausente se dejaba ver como si estuviera esperando el pitido final. Siento decirlo.

Casillas. Los gestos de Casillas al final del encuentro dignifican al fútbol. Saludó a todos sus compañeros del equipo contrario, que estaban abatidos no sólo por lo que pasó en este partido sino porque este resultado certifica el final de sus ilusiones y quién sabe si el final tan proclamado del largo ciclo de triunfos. Casillas es un caballero del fútbol, en ello tiene buenos maestros. En la derrota, actitudes así no sólo nos reconcilian con el fútbol como juego sino con el mundo del fútbol, donde la competitividad tantas veces oculta el ánimo deportivo.