La Bestia Blanca

Afición de 10. Ese número representa el sueño de millones de madridistas. Un deseo compartido con una pasión contagiosa. Todos soñamos con esa final de Lisboa del 24 de mayo. La oteamos en el horizonte. La afición cree y está a muerte con este grupo unido en torno a una idea y un escudo que destila grandeza desde sus bordados en la camiseta. El recibimiento que protagonizaron los fieles al autobús del equipo en la calle Concha Espina, a las 19:15 horas, quedará grabado en nuestras memorias. Los propios jugadores utilizaron sus móviles para inmortalizar el maravilloso espectáculo que estaban viendo detrás de las ventanillas. “¡Cómo no te voy a querer, si fuiste campeón de Europa por novena vez!”. Un cántico que sirve para recordar de dónde venimos, pero sin olvidar hacia dónde vamos. El primer gol, el de la emotividad escénica, lo puso la grada merengue. No escuché a los 4.000 del Bayern en ningún momento. Los otros 76.000, los vikingos, fueron un trueno. ‘Reyes de Europa’. Eso ponía una pancarta gigante que dominaba el Primer Anfiteatro del Fondo Sur del Bernabéu. Y es la verdad. A nadie con sentido común le puede quedar duda de eso. El Madrid actual es un equipazo que no necesita de la mejor versión de sus dos megaestrellas (Cristiano y Bale) para tumbar al Barça y al Bayern en una sola semana. Hasta Guardiola ha claudicado y ha perdido su virginidad como entrenador en este estadio. Perdió y debe celebrar el resultado. Un 2-0 o un 3-0 hubiese hecho justicia. Ellos tuvieron la posesión. ¿Y qué? El fútbol es como la calle. Hay que salir a su encuentro y dar la cara, ser directo, vertical, arriesgar, sentir, padecer, correr, proteger, administrar y machacar. Ese lenguaje tiene un dueño: el Madrid.

Pepe & Coentrao. El Bernabéu agradeció a Cristiano el esfuerzo bestial que ha hecho para ayudar al equipo pese a estar medio lesionado. En Múnich será la verdadera Bestia Blanca y seguro que Neuer sufrirá sus zarpazos. Pero los verdaderos héroes que vi en la preciosa noche madrileña también hablan portugués y son amigos personales del crack: Pepe y Coentrao. Su esfuerzo en defensa puso en pie al estadio. Pusieron tapones como si fueran pívots de baloncesto, aburrieron a Robben y a Mandzukic. Se dejaron el alma en cada acción defensiva (Pepe, te necesitamos para la vuelta). Y ofensiva. Coentrao fabricó una autopista hacia el cielo en el gol de Benzema. Fabio ha sacado su orgullo de futbolista de equipo grande cuando parecía abandonado a su suerte. Obrigado, Coentrao.

Karim es francés. Benzema no sólo marcó un gol de oro. Dio un cursillo de cómo bajar los balones aéreos y convertirlos en golosinas para sus compañeros. Y, además, Benzema es francés. Como lo son Karembeu, Anelka y Zidane. Tres héroes de la Séptima, la Octava y la Novena. Dato a tener muy en cuenta...

Afición feliz. Este triunfo va por Antonio de Fuengirola y la familia de Juanito (allí estaban en el santuario), David y Ana de Arévalo, Rufino de Carabaña, Andrés, Jezer y Carmelo de Tenerife, Garci de la Peña Calceatense, los hermanos Oltra de Sabadell (David y Toni), Rafa Rueda de Zaragoza, y los irreductibles de las peñas Hospitalet del Infante (Tarragona), Calasparra (Murcia), Segorbe, Casas Colgadas (Cuenca), Garza Blanca de Nerva (Huelva) y miles de madridistas de Cataluña que me emocionaron con su amor por este club. Y va por don Emiliano Martínez, que lo vio desde el cielo. ¡Hala Madrid!