En el abismo del desánimo

Creo que nunca me he sentido tan desanimado y decepcionado con la Fórmula 1 como ahora (lo de la muerte de Senna fue otra cosa muy diferente). Espero que sea un estado de ánimo transitorio, fruto de una situación circunstancial que ojalá cambie lo antes posible. Un cúmulo de acontecimientos que me arroja en brazos de una especie de depresión como aficionado a este deporte y muy especialmente como seguidor de Fernando Alonso. Empezando por una carrera anodina, para seguir con un Ferrari doblado por los dos primeros y acabar escuchando al asturiano decir que Mercedes puede ganar todas las carreras de este año si se lo proponen. Sinceramente, un panorama sombrío y descorazonador, muy lejos de las sensaciones gratificantes que todos buscamos cuando nos ponemos delante de la tele (no digo ya quienes se gastaron un dineral por estar en Montmeló) para disfrutar de las carreras.

Alonso, para fulminar cualquier atisbo de esperanza, nos dice que no apostemos por ninguna revolución en el coche rojo, sí pequeñas mejoras constantes pero desde luego nada que nos haga pensar que van a reducir de forma significativa su brecha respecto a sus competidores directos. Porque ya no es que los Mercedes vayan mejor que el Ferrari, es que Red Bull está solventando sus carencias a marchas forzadas, los Williams también les ganan y si Lotus tuviera pilotos más sólidos puede que incluso estuvieran por delante, cuando no lo hacen los Force India. Y la resolución de la crisis queda en manos de un nuevo directivo que de momento escucha, mira, toma notas y espera sacar conclusiones cuando disponga de información suficiente: es decir, cuando lo consiga el Mundial se habrá acabado y otra vez en blanco para Fernando. ¿Pensamos ya entonces en 2015? Hoy yo ni siquiera eso…