Quien no reconoce un error nunca puede ser un juez justo

Un árbitro nunca puede, ni debe, expulsar a un médico cuando este está ejerciendo la labor asistencial a un lesionado. Puede estar o no de acuerdo con su forma de actuar y de comportarse, y eso reflejarlo en el acta arbitral para que los organismos competentes puedan analizar y juzgar la labor médica si tienen elementos para ello y establecer la sanción si fuera merecedora de ella.

El sábado se vivió una escena fuera de toda lógica en el Girona-Castilla, sólo justificable por la tensión que invade a los protagonistas. Diego Llorente sufrió un traumatismo craneoencefálico y fue atendido en la banda por el Dr. Julio de la Morena. En su afán de reincorporarse al terreno de juego, Llorente lo hizo sin estar recuperado. El médico le siguió por la banda y al ver que se tambaleaba y se caía, se apresuró a entrar al campo. El cuarto árbitro se lo prohibió al estar en juego el partido. “Pues para el puto partido”, parece que le dijo el médico. Cuando estaba haciendo las maniobras de recuperación cardiovascular, el árbitro le mostró la roja. Grave error de Muñoz Mayordomo. Lamentable equivocación.

Muchas han sido las veces que distintos médicos hemos saltado a los terrenos de juego sin autorización arbitral por una urgencia y el árbitro, con sentido común, ha sido uno más en preocuparse y colaborar. Cuando estas equivocaciones las comenten jugadores y técnicos, todos quieren una disculpa. Yo ahora espero la reacción del colectivo arbitral y de los organismos competentes para ver si reconocen que también ellos son humanos y se equivocan. Porque quien no reconoce un error, nunca puede ser un juez justo.