Puyol y Valdés: dos maneras distintas de decir ‘te quiero’

Debo decir que el Barça que conocemos se merece todo tipo de despedidas, incluso las peores despedidas, como esta que acaba de dirigir a sus directivos, sin nombrarlos, Víctor Valdés.

Es mucho suponer, ya sé, pero parece que el gran portero azulgrana, quizá el mejor de su historia, con Ramallets y Zubizarreta, se fue del Barça para escribir esa carta y luego quedarse tranquilo e irse a cualquier sitio. No sé a dónde se irá, pero tranquilo seguro que se ha quedado.

En realidad, no me esperaba que entre los nombres tachados de su carta (es decir, los que no quiso poner) estuviera Gerardo Martino, que me parece un caballero, aunque últimamente mis amigos y colegas de la prensa lo están poniendo a caer de un burro, para mi disgusto, y doy por descontado que para el disgusto del propio Martino.

Pues Valdés lo anula entre los entrenadores que cita. No dice en su carta, ni siquiera, esa fórmula socorrida del ninguneo no explícito, “entre otros”, sino que nombra uno a uno a sus entrenadores y al final añade al último y éste es Tito Vilanova, pero no es Martino. Pues lo siento, la sensación que tenía era que Martino no le había metido un dedo en el ojo. Pero vete a saber qué pasa en ese vestuario.

No me extrañó que pusiera muy bien a Louis van Gaal. Cuando Valdés pugnaba por salir adelante, Van Gaal lo quitó y lo mareó, y él se le enfrentó, según creo recordar. Y aquel noble holandés al que los guiñoles del Plus representaban como un gran ladrillo tuvo la reacción más noble que conozco en un entrenador interpelado por el talento de un joven: lo repuso y Valdés le dio ciento por uno. Esa gratitud me gustó. Y no me extrañó, por otra parte, que se olvidara de la directiva (de todos los directivos), pues en su tiempo de vida futbolística en el Barça ni Valdés ni nadie podría decir muchas cosas buenas de los que han mandado en el club.

Así que Valdés dice que quiere al Barça, a algunos de los que trabajaron con él, y no a todos, y se despide diciéndolo.

Carles Puyol se ha despedido de otro modo, como si estuviera a punto de volver. Es reconfortante, porque uno se espera siempre truenos en este tipo de actos de adiós; y bien pudo haberse despedido mal Puyol hace años, cuando Gaspart y los suyos armaron aquel alboroto contra Guardiola después del famoso caso Figo.

Ya se sabe que entonces Puyol se sintió tan agraviado por la directiva que estuvo barajando ingresar en el Real Madrid, lo cual era (en términos barcelonistas) como ponerle a Cristo dos pistolas. Pero no se fue, y ahora se va diciendo que quiere al Barça, lo cual me parece que es intachable e indudable en su caso. Valdés quiso ser más selectivo, y miren qué carta ha escrito.