Kuipers no convenció a nadie

El arbitraje del holandés Bjorn Kuipers fue como lo esperábamos, en su línea de siempre: dejó jugar al principio en exceso en los primeros 28 minutos, con dureza, y dejó pasar muchas entradas a destiempo que se fueron sucediendo hasta que intervinieron los jugadores en varias faltas para discutir y empujarse...

Hubo hasta pisotones sin que Kuipers reaccionara señalando la falta. En el 23’ no señaló una ventaja clarísima a Coentrao después de que Di María recibiera una falta. Tres minutos más tarde, al fin sacó una amarilla que era hasta naranja por una entrada de Raúl García a Di María sin opción de jugar la pelota.

Mejoría. Luego empezó a enderezar el partido y dentro de su criterio, con una interpretación de las faltas desconcertante en algunos lances. Es verdad que acierta al no señalar penalti en el 85’ cuando Juanfran le metió los tacos a Marcelo en el momento en que este iba a rematar de cabeza en el área pequeña. Y no lo es porque no llega a tocar al brasileño.

Sin embargo, falló en la prórroga (minuto 100). En una falta lanzada por Cristiano, y cuando Kuipers ya había advertido durante el partido que levantar el brazo era penalti, Gabi lo hizo y con el codo desvió el balón a córner. Debió señalar pena máxima. Fue clara.

En la prórroga la faltó personalidad cuando en el descanso no expulsó a Simeone por entrar en el terreno de juego a increparle diciéndole que en el partido dio cinco minutos de descuento y al final del primer tiempo de la prórroga dio un minuto más dejando que el Madrid sacase un córner. Esto demostró que el colegiado holandés ya estaba aguantando todo lo que los jugadores le decían.

Luego, cuando corrió Simeone hacia Varane en una acción en el último minuto, lo expulsa del banquillo con un gesto, aunque no lo consignó posteriormente en el acta. Kuipers no me parecía un árbitro ideal antes de la final y no pudo irse con buen sabor de boca.