Ha estado en buenas manos

En uno de los primeros partidos de Gerard Deulofeu vistiendo la camiseta del Everton, Robert Martínez se desesperaba. Él y la mayoría de compañeros de Gerard. Al extremo se le estaba olvidando que el partido continuaba después de perder el balón. Robert le había dado la libertad de probar lo que se le ocurriera, pero a condición de que luchara para recuperar el balón tras perderlo. Y le exigió otras cosas: que no se quedara en banda esperando el pase, que se metiera por dentro para colaborar en la creación, y alguna cosa más.

Pero el problema de venir de la cantera del Barcelona es que se crea un ADN que le sirve al primer equipo culé, pero no siempre funciona en otras partes. Había que cambiar sus decisiones ‘naturales’. Pero Robert sabía, como hace poco le dijo Fernando Hierro en una visita muy comentada del legendario internacional español a Goodison Park, que Gerard era uno de los mayores talentos de la reciente historia de la cantera española: es decir, había materia prima. Y a base de insistir, de recordarle, de dejarle en el banquillo, de entrenar, Deulofeu estaba entrando en la dinámica del equipo. Una pena la lesión y, en cierto modo, su regreso al Barça porque le queda todavía por aprender y estaba en buenas manos.