Mourinho nos desmantela el Atlético

¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre! Esta frase, entre resignada y chusca, la escuché un día en aquellos años, los cincuenta, en que eran frecuentes los cortes de luz. En ese caso se encendían apresuradamente velas, que siempre había a mano. En la ocasión que digo, volvió la luz entre el jolgorio familiar, como no era para menos. Apagamos las velas, en soplos henchidos de optimismo y muy poco después se volvió a ir la luz. Fue entonces cuando mi padre pronunció esa frase. Hubo que encender de nuevo las velas, y bajo su vacilante llama reemprendimos los estudios.

Me quedó en el recuerdo. Se diría que hay cosas que nos caen como de prestado, y que quizá debamos estar dispuestos a soportar la pérdida en cualquier momento, porque fuerzas superiores así lo disponen. De esa forma veo a este Atlético, campeón de Liga y finalista de Champions, al que de golpe Mourinho, ese señor tan antipático, pretende quitar con un solo ademán a Courtois, Filipe Luis, Tiago y Diego Costa, y muy posiblemente lo consiga. Además, es de suponer que al Atlético se le vaya Miranda. Villa ya se ha ido. Seis de once, La ilusión es retener al menos a Koke.

Es ley de vida, supongo. Cuando el Madrid le ganó al Atlético la final de Lisboa a base de poner sobre la mesa unos cambios que el Atlético no tenía, alguien me resumió con fatalismo: “Siempre habrá ricos y pobres”. Otra frase que escuché hace mucho y que el tiempo no consigue enterrar. Mourinho se vio eliminado en la Champions por el Atlético y se apresta a solucionar el problema por la vía de la cartera y se lleva a todos esos. Bueno, pensemos que peor aún sería que se fuera Simeone al Chelsea, y a cambio llegara Mourinho al Atlético. Porque no es lo mismo hacer el amor que comprarlo hecho.