Golpe de autoridad de Nadal

Nadal venció en Roland Garros por novena vez. Fue su decimocuarto Grand Slam. Único tenista en ganar alguno de ellos durante diez años seguidos. También, el 64º trofeo de su carrera. Así, contando las hazañas de Nadal, podíamos ocupar este espacio entero. No viene al caso. Lo importante es que nadie puede poner ya en duda su hegemonía. Djokovic es un jugador que con menor palmarés que Nadal se había convertido en una seria amenaza. Le había infligido diecinueve derrotas en su carrera. Una barbaridad, porque el siguiente en la lista, Federer, sólo había podido vencerle en diez ocasiones. Djokovic dejaba la impresión de que le había cogido el tranquillo a Nadal. Y eso era preocupante. Nadal comenzaba a no ser el mismo.

Por eso era tan importante el partido de ayer. Por encima de los números que representara la victoria. Nadal puede perder, y perderá de vez en cuando, con Djokovic y con otros, pero ayer, no. Ayer puso una raya y dijo: “Nole, hasta aquí has llegado”. De lo contrario hubiera sido un palo enorme para Nadal. Y quien se lo ha llevado ha sido Djokovic. Mientras reine Nadal, Roland Garros será territorio prohibido para el serbio. ¿Hasta cuando? Hasta que Nadal diga basta. En un partido bestial ayer por el calor, la humedad y porque se enfrentaban los dos mejores jugadores del mundo, Djokovic claudicó. A Nadal le sostuvo en pie saberse el mejor del mundo sobre tierra. Djokovic no lo es, lo sabe y esa será la condena que tendrá que arrastrar.