Perder es una de las tres posibilidades en la vida y en el fútbol

Drama. Pero es sólo fútbol. España jugó como si estuviera viva…, hasta que las casualidades empezaron a matarla. El fútbol tiene, en comparación con la vida, la razón de la ilógica de su parte, y anoche parecía que íbamos a desarrollar una teoría de la táctica, y terminamos haciendo táctica de la nada. No podíamos levantarnos de la derrota cuando ésta empezó, y empezaron las coincidencias: a la posibilidad de Silva le siguió la determinación casi mágica de Van Persie. Y después fueron las desgracias sucesivas que tuvieron a Sergio como emisario de una desgracia.

Derrota. Es un drama, y por tanto no es el fin del mundo. España corría un alto riesgo; la grada (en las casas) era presa de una realidad: los holandeses tenían un deseo íntimo de venganza; la rabia de Robben venía de Sudáfrica y de Munich; este futbolista que fue del Madrid perdió dos grandes ocasiones de su vida ante el mismo portero. Una derrota de España no podía ser cualquier cosa, en sus botas, y por eso él se empeñó en meterle el quinto gol, entre los cinco goles que encajó su enemigo más íntimo. A Casillas se le nubló la vista. Ya se le había nublado.

Levantarse. Perder, ya digo, no es el único drama. El drama es el juego; de pronto este equipo que Del Bosque ha cosido desde el ánimo (una temporada difícil en España, muy exigida para los futbolistas que unifican la Selección) quedó presa del desánimo, sometida a una táctica física mucho más consistente que la estrategia clásica del juego del equipo español. Ya sólo queda levantarse de esta calamidad. ¿Cómo? Haciendo que esto sea pasado.

El ánimo. España no perdió tan solo, como es natural. No tuvo más oportunidades de ser mejor que Holanda, pero Holanda tuvo tanta hambre desde que empezó el partido que parecía que una goleada era lo único que podía saciarlos. Fueron heridos y decidieron vengarse. España es mucho más noble, en ese sentido; se recupera jugando, pero ayer el desánimo marcó cada minuto posterior a la remontada holandesa. Ni una sola vez, aparte del gol que no fue de Silva, La Roja puso contra las cuerdas a los vencedores. Y no hubo vencedor y vencido, sino vencedor y nadie. Y eso debe servir para que España remonte su manera de estar en este partido y recuperar su manera de ser en el siguiente. Perder es una de las posibilidades del fútbol, lo sabe cualquiera. Pero perder así lastima como una pesadilla.