Dura cura de humildad

Batacazo. Empecemos por ver la botella medio llena en mitad del naufragio. También en Sudáfrica arrancamos con una inesperada y dolorosa derrota (0-1 ante Suiza) y acabamos levantando la Copa de Oro en Johannesburgo que nos concedió esa estrella que sigue a la altura del corazón de nuestra camiseta. Pero seamos realistas. El baño que nos dio Holanda en el Fonte Nova de Salvador de Bahía será recordado durante mucho tiempo. Ser Campeón del Mundo te obliga a muchas cosas, empezando por el decoro y la dignidad a la hora de encajar un varapalo. Se puede perder la revancha de un Mundial, pero no de una forma tan sonrojante (no es un juego de palabras porque no está el tema para bromas). Los 4.000 españoles que cantábamos orgullosos el “Viva España” ante los Oranje no podíamos sospechar semejante Waterloo. Los Sneijder, Robben y Van Persie nos bailaron como si fuéramos marionetas andantes. Nos aplastaron literalmente. Nos fundieron, nos borraron las ideas, nos dejaron sin argumentos, nos comieron por fútbol, por velocidad, por orgullo, por coraje, por patriotismo... Por todo. Ser español cuando has ganado dos Eurocopas y un Mundial conlleva unos deberes de ineludibles cumplimientos. Ayer la mayoría de nuestros futbolistas se los saltaron. ¡Qué pena!

Espejismo. Y eso que el partido comenzó con el guión soñado. Los primeros minutos parecían la reedición de la final de Johannesburgo disputada el 11 de julio de 2010. Primero, Iker detuvo un mano a mano a Sneijder y acto seguido Iniesta casi rompía el 0-0 con un tiro que buscaba la escuadra. Acto seguido, Diego Costa provocó con picardía un penalti y Xabi Alonso dejó claro que el blanco le sienta muy bien transformando con serenidad el 1-0, que repetía el resultado de la final de Sudáfrica. Pero a partir de ahí todo volvió a la cruda realidad. Holanda empezó a desbordarnos por ilusión y por pasión, por entusiasmo y por velocidad. Ellos tenían el atrevimiento y a gente como Robben y Van Persie, que enarbolaron la bandera del mejor argumento en el fútbol de élite: el hambre. Los nuestros estaban sin más razones que el increíble palmarés de estos últimos años. Bagaje insuficiente.

Error con Xavi. Del Bosque debe resetear su sistema si queremos ver a nuestra amada España en el cruce de octavos. Xavi fue suplente en el Barça en el día que se jugaba la Liga en el Camp Nou, pero ayer firmó los 90 minutos pese a estar desaparecido en el terreno de juego. Cuando el míster cambió a Xabi Alonso, el mejor del centro del campo, entendí la confusión que había en el césped y en el banquillo. Si esta fórmula nos ha hecho grandes, sólo hay que mantenerla si los actores de esta maravillosa película siguen en forma, pero si olvidan el guión, extravían los papeles y confunden las escenas habrá que buscar otra forma de enfocar la película. El desastre se veía venir y los holandeses sacaron petróleo entre la confusión de los nuestros.

Sin defensa. Y atrás fuimos un coladero. Ni centrales, ni laterales... Ni portero. Amo a Iker, pero ayer firmó su peor actuación en sus 155 partidos con la Selección. Él siempre fue nuestro salvador, pero el día que la pifia clamorosamente hay que decirlo. Pero no pierdo la fe y sigo creyendo en el orgullo de ser español. Hay que decirlo esperando que nos vuelva a deleitar como siempre lo ha hecho. Ahora lo que hay que hacer es ser humildes, trabajar, ganar a Chile y a Australia y meterse en el cruce de octavos de final. Ya se sabe el dicho: “Quien ríe el último, ríe mejor...”.