No se culpe a nadie, pero que los jugadores vean el partido

Castigo. Los aficionados tenemos alguna ventaja sobre los futbolistas: nosotros no tenemos que volver a ver los partidos que no nos gustan; pero los jugadores de la Selección sí están obligados a volver a sufrir el encuentro en el que el mundo entero declaró a La Roja “siniestro total”. Es cierto, como dice Del Bosque evocando un famoso título de Cortázar: “No se culpe a nadie”. Pero cada uno de sus muchachos han de volver a verlo, antes de que la tentación del olvido del desastre los lleve a repetir lo que no puede ser pero ocurrió. Ese es un castigo liviano para la afrenta futbolística que representaron.

Comparaciones. Lo peor del mundo es comparar, en la vida y el fútbol. En la mañana en que deglutíamos esta derrota leí en Twitter (donde las cosas se mascan y se degluten como el chicle) que los españoles teníamos que aprender de la selección holandesa. Pero no era que los futbolistas tuvieran que aprender de los vencedores, no: era que el país vencido (España) tenía que aprender de la moderna, aguerrida, Holanda. O sea que nuestro país “funcionarial” no sólo había perdido al fútbol, sino en la competición por la vida misma. Pues mire, usted, no. Una cosa es una cosa y otra cosa es el fútbol.

El pasado. Le respondí al fino analista que esa Holanda que ahora le había ganado a España fue la que hace cuatro años perdió en Sudáfrica en un partido heroico en el que uno de los ciudadanos de ese país moderno por poco acaba con el pecho de Xabi Alonso de una patada. “Ah”, vino a decirme, “ha pasado una eternidad”. Y en medio de esa eternidad España ganó una Eurocopa, caramba, no se puede tener tan poco respeto por el pasado, como si España hubiera jugado sólo el peor partido de su reciente historia.

Lo peor. Lo peor no fue el partido de España, sino cómo se fue al descanso. Eso sí representa lo peor de España; sin balón, en el tiempo muerto, con el 1-1, ni pa ti ni pa mí, los jugadores, uno a uno, se fueron con el espíritu de haber perdido. Pensé: “Hombre, no es para tanto, mira qué caras”. Volvieron con esas caras, y los de Van Gaal y Kluivert se despertaron como si ya hubieran ganado, y aún no habían remontado. Pero España estaba perdida en su propia sombra. Si no quieren ver el partido, que al menos vean esa imagen del viaje al descanso. Verán cómo mejoran si analizan bien ese rictus para no repetirlo. Y eso debe servir para que España remonte su manera de estar en este partido y recuperar su manera de ser en el siguiente. Perder es una posibilidad del fútbol, lo sabe cualquiera. Pero perder así lastima como una pesadilla.