Un trago amargo para Red Bull

Parece innecesario explicar que el regreso de la Fórmula 1 a Austria está bastante relacionado con los éxitos de Red Bull en la especialidad, esos cuatro dobletes consecutivos en el Mundial de pilotos y constructores de la mano de Sebastian Vettel. La marca de bebidas energéticas hasta se compró un circuito para que el escenario no fuera un escollo para un proyecto en el que tanto tenían que decir. El gran premio austriaco debía haber sido una especie de gran fiesta para Red Bull, de ésas que tan bien organizan según cuentan, porque muy pocos hubieran podido imaginar que la situación del equipo iba a ser la que ahora conocemos. Puede que quizá en la carrera la cosa se arregle y sería una sorpresa, porque hasta el momento las cosas no han ido demasiado bien a sus pilotos.

Encontrar a Ricciardo en la tercera línea de la parrilla es lo más esperanzador para Red Bull, una puerta abierta hacia el podio y quién sabe si incluso hacia la victoria, porque el joven australiano no deja de deslumbrar. La decepción vuelve a llevar el nombre de su compañero, encontrar a Vettel fuera de la Q3 supuso un varapalo para una escudería que, como digo, seguro que había imaginado de una forma muy diferente la llegada a su circuito, ante sus aficionados, en casa del gran jefe… Veremos si el alemán es capaz de enmendar la plana y sacar adelante una cita tan significada, aunque personalmente no creo que vaya a ser fácil que lo consiga. Mi sensación es que la crisis está desbordando en cierta medida al campeón, que ha entrado en un bucle en el que se mezclan la falta de confianza con un coche al que no termina de adaptarse. Sin duda, una situación desconocida hasta ahora para él y que le está costando superar…