El hambre de América y la desorientación de Europa en el Mundial

Desgana. Lo que dijo Xabi Alonso sobre el hambre que le faltaba a España (y que explicó muy bien en El Larguero) puede resumirse en la palabra desgana. Dejaron de tener pasión, y ese es el primer paso para perder entusiasmo; al final de la cuesta está el fracaso. Así es si así os parece, que decía Shakespeare. ¿Se les está permitido a los profesionales del fútbol la desgana? Son profesionales muy exigidos, por sus contratos, en primer lugar, pero en segundo término porque actúan cara a un público que no entiende que no quieran hacer su trabajo, pues en eso consiste la desgana, en no querer hacer lo que tienes que hacer. El Rey Felipe VI acaba de invocar al Quijote: es más el que más hace.

Rojas. Ahora España va a tener más sitio en la maleta: no trae nada nuevo, no ha ganado nada. Ha desganado, por apurar la metáfora de la desgana. Sin embargo, miren qué pasa con los equipos americanos, incluido Brasil, que juega mal pero no lo apean de su ambición por ganar (además tiene a su favor el apoyo de una familia en la que sus integrantes tienen seis dedos y piden el sexto título mundial para la canarinha). Lo que nos pasó a nosotros es que, en medio de la desgana, tampoco tuvimos ambición. Y lo que han llevado a Brasil los latinoamericanos que siguen en liza es hambre, sed de victoria, ambición a raudales. Y no fueron solos. Ese graderío chileno que rugió a favor de los suyos en el partido en que vencieron a España era aquel jugador número doce que nosotros inventamos cuando la selección roja española empezó a entusiasmar a los jugadores y a los aficionados. Ahora la roja chilena se quedó con el cetro y el color. ¿Lo recuperaremos? Claro que sí, depende del hambre.

Bravo y Alexis. Los futbolistas chilenos no se rinden nunca, no hablan de otra cosa que de su selección. Tienen hambre y ambición, entusiasmo; son en ese sentido una metáfora cabal del fútbol americano (Costa Rica, Uruguay, Chile, Colombia…) que está gestionando este Mundial como si fuera una expresión del ánimo con el que están llenando los campos europeos. De muchos de esos futbolistas dependen clubes que nos son familiares; frente a la avalancha holandesa de una época, nuestro fútbol vuelve a nutrirse de ese modo de ser, que combina técnica con entusiasmo. El resultado es el hambre del que hablaba Xabi. Lo hemos de recuperar, y no conozco a un maestro como Del Bosque para conseguirlo.

Xavi. Un párrafo para Xavi, que merece cien libros. En voz baja se va; él ha sido la voz más alta del fútbol español. Deja la realidad para entrar en la leyenda. Gracias, maestro.