Al menos, España acabó decentemente

El resultado de ayer no remedia la calamidad, pero al menos alivia el sofoco. España se marcha decentemente, con un buen resultado ante Australia, para la que el partido era más apetecible que para nosotros. Una nación futbolísticamente menor, pero que apretó a Chile y a Holanda, aunque al final perdiera. Ganar permite al menos que baje el nivel de exasperación y que podamos pensar con más calma sobre cuántos y quiénes deben expiar esto. El partido sirvió para despedir a Villa con gol (y con berrinche en el cambio), para ver a Iniesta dar otro recital y para lamentar lo que pudo ser y no fue.

El público brasileño se portó mal con nosotros. Hizo burla de España en su desgracia. Debatimos sobre eso en el Carrusel de la SER. Yo casi lo consideré un reconocimiento, porque lo vi consecuencia de lo que hemos sido hasta anteayer. España ha ocupado durante seis años un trono que Brasil consideraba suyo desde hace más de cincuenta años,  de ahí la inquina. El fútbol tiene esas cosas. Yo esperaba este partido con mucha aprensión, pero la Selección se sobrepuso también a eso. Tras un inicio un poco nervioso, se agrupó bien en torno al dibujo (un solo medio centro) y se sobrepuso a las burlas.

El partido también sirvió para confirmar que lo que dijo Del Bosque en Cuatro (“yo pienso en todos, cada jugador piensa sólo en sí mismo”) es verdad. Creo que no estuvo fino en cambiar a Villa, que estaba muy bien, pero los gestos de este me parecieron exagerados. Torres, que ya había marcado, reclamó a Mata por no pasarle... cuando éste ya había hecho gol. Debatimos también si Xavi ‘se negó’ a jugar o si ‘prefirió’ no jugar. En fin, lo mejor es que pasó el trago. Por mi parte, un abrazo a los que se van y no volverán y otro a los que se van pero sí volverán. Quien sí volverá será España.