Cuando aparece la nobleza respira el fútbol

Pep. En el fútbol alienta de todo, la nobleza también. En los mismos días en que corre la sangre (no hubo tanta, no exageremos) por la mordida ya famosa (y famosamente sancionada) de Luis Suárez, Guardiola desenfundó en Buenos Aires su sensatez legendaria y puso en una bandeja un bello ramo de rosas dedicadas a su amigo Del Bosque. Después del beso de éste a su mujer al regreso del calvario de Curitiba, uno de esos espléndidos encuentros que no sólo emocionan a los retratados, esta declaración del actual entrenador del Bayern supone un alivio.

Alivio. Y no es sólo el alivio que se merece Del Bosque: es el alivio que se merece el fútbol. Una derrota (dos, fueron dos) no justifica el ambiente de fracaso que está viviendo esta sociedad sobre la actuación de su equipo nacional. Y mucho menos tiene sentido atribuir a ese hecho contundente que hemos vivido el carácter de fin del mundo que leemos o escuchamos en todas partes. Algunos medios se han alegrado tanto de tener un argumento para desandar el camino de Del Bosque y poner su cabeza al servicio de sus adversarios más tozudos, que esta declaración de Guardiola resulta no sólo una reparación para el seleccionador sino un gesto que dignifica el fútbol.

El agredido. Como digno ha sido que el italiano agredido por Luis Suárez le restara gravedad a este incidente que ya dio varias veces la vuelta al mundo, pasando, claro está, y varias veces también, por Uruguay. Chiellini se ha puesto en el lugar del agresor, y no hay, en el fútbol o en cualquier actividad humana, actitud más noble que la de aceptar que la culpa ajena puede llegar a ser tu culpa un día en que se te crucen los cables. Los desagravios que está recibiendo en su país el probable punta azulgrana no valen tanto, como el aval humano que le ha dado Chiellini. En el fútbol es habitual ver al agredido levantar la mano señalándole al árbitro que saque tarjeta al agresor; en este caso, Chiellini le ha pedido al árbitro que se calme.

La sanción. Ya se sabe lo que dicen en Uruguay sobre la sanción; en el resto del mundo hay división de opiniones. Para el fútbol ha sido una triste gracia. Su contribución al Mundial era ya muy importante, y esta es una buena ocasión del fútbol, como se ve. Neymar, Messi, Suárez… Latinoamericanos todos, en el Mundial de América. La ausencia de Suárez produce melancolía y rabia. Suárez tendrá que pedir disculpas: dio un mordisco a otro y lesionó al fútbol. Menos mal que alrededor la nobleza ha venido a quitarle hierro a su gesto atronador.