La grandeza latente de Messi y la ausencia de Neymar

Neymar. Lo hirió Zúñiga donde más duele; la espalda es, por decirlo así, el espejo del hombre, la raíz de todos los dolores, porque afecta a la estabilidad y genera miedo; cada vértebra es un dolor, y aunque sea una sola la que duele el espectro de ese ruido del hueso es como una resonancia que cubre todo el cuerpo. Eso es lo que se vio en la cara del brasileño, cuando el colombiano cayó sobre él. Ahora se pierde el Mundial, y esa no es sólo una tragedia personal y colectiva, pues la padecen él y Brasil, sino también del fútbol. Brasil es una expo mundial del fútbol, y en las jornadas que quedan se esperaba ver una cumbre de enfrentamientos. Entre ellos, el de Messi y Neymar. Pues no va a ocurrir. En ese dilema se va a quedar solo Messi; el fútbol pierde, y no gana Colombia, por cierto; fue una lástima que James y los suyos no rompieran la muralla del sonido.

Messi. Leo corría ayer solo como un astro que no tenía parangón; y cuando se apagó Di María, que es su igual, o casi, en el equipo, ya era él sólo la esperanza de los argentinos; es extraordinario cómo este muchacho sigue siendo la expresión mayor del fútbol actual. Y aunque no haga nada, como ayer, cualquier cosa que hace reclama atención y miedo; es la espina dorsal de Argentina, aunque no esté; si está en el campo ya basta; se sabe, como en el caso de Di Stéfano, el grande del fútbol de todos los tiempos que ayer se debatía entre la vida y después cuando se jugaba este encuentro, que un rayo de luz anima su estado de ánimo futbolístico. Si no hubiera sido porque Courtois es grande, esa esperanza sobre su calidad latente hubiera coronado el partido de ayer, con una acción espectacular.

Escuela. Recordaba ayer Jordi Martí en Carrusel lo que Messi le dijo a un maestro suyo cuando aún no tenía ni estatura: “yo sé hacer de todo” (está en la película que han hecho Jorge Valdano y Álex de la Iglesia). E hizo de todo…, pero en la primera parte, hasta que le puso a Higuaín en trance de ser grande. Luego se apagó, como si estuviera a la espera de noticias del próximo encuentro… Aquí y en todas partes, es un superdotado que además tiene el carisma que precisa el fútbol para ser belleza y espectáculo.

Solitario. Lo que ha aprendido este chico no se aprende sólo en las escuelas: en su cabeza hay una maquinaria de intuiciones que lo sitúan por encima de los demás. A los bajitos eso nos viene bien: acaba con el prestigio de los altos. Esperen por él; ahora que ya no se enfrenta a Neymar veamos qué hace sólo con su grandeza latente.