Velasco Carballo y la lesión de Neymar

Dos lesiones graves, por fractura, hemos sufrido en este Mundial. Una, muy llamativa, la de Neymar, que provoca que la federación brasileña pida sanción de oficio para el causante, Zúñiga, cuyo rodillazo por detrás provocó la desgracia. Arbitraba Velasco Carballo, que dejó seguir en aplicación de ley de la ventaja. La otra, que ha pasado con menos ruido (siempre habrá ricos y pobres), la del nigeriano Onazi, al que Matuidi desgració (doble fractura de tibia y peroné) con una entrada bestial. El árbitro americano, Mark Geiger, despachó el asunto con una tarjeta amarilla. Muy mal hecho.

Brasil, decía, pide sanción, porque clama justicia y venganza. No lo hizo Nigeria, ni creo que hubiera servido de nada, porque es Nigeria, no Brasil y porque se trataba de “cosa juzgada”. El árbitro había visto la falta, la pitó, la catalogó como digna de tarjeta amarilla. Pero en lo de Neymar (como en lo de Luis Suárez), no se señaló falta, en este caso porque se aplicó la ley de la ventaja o porque no apreció la acción Velasco Carballo, desde su posición. Ni siquiera cuando se paró luego el juego amonestó a Zúñiga. Por tanto, como lo de Luis Suárez, no es “cosa juzgada”. De ahí que la FIFA lo pueda examinar.

Una fatalidad para Velasco Carballo, que teníamos por posible candidato a la final. Con algún error (perdonó más de una tarjeta visible) y cierto tufillo casero que irritó en Colombia pero que las altas esferas de la FIFA nunca ven mal, sacó adelante un partido con mucho que arbitrar. Lo de Neymar hubiera sido nada si no llega a haber fractura, pero la hubo. Él no vio la acción, por su posición. Le falló el linier. Pero el hecho es que pasó lo que pasó: que ante él se cargaron a Neymar. Como estar de vigilante en el Museo del Prado y que se lleven Las Meninas. Ya me cuesta imaginarle en la final.