Cakir, un colegiado duro para el Holanda-Argentina

El turco Cuneyt Cakir, de 37 años, agente de seguros en Estambul, es internacional desde 2006. Un especialista en Champions, donde ha llegado a dos finales como cuarto árbitro: una en el 2012 y la última, este año en el Madrid-Atlético de Lisboa. Pitó la final del Mundial de Clubes en 2012, Corinthians-Chelsea. En la Eurocopa 2012, que ganó España, dirigió la semifinal entre La Roja y Portugal.

En este Mundial ha dirigido el Brasil-México, donde permitió juego duro y subterráneo a los brasileños. También arbitró el Argelia-Rusia. El que pita hoy, Holanda-Argentina, será un encuentro fuerte y propenso al choque y a las fricciones entre los jugadores. Las características de Cakir son su buena colocación, su condición física, la interpretación de las faltas y, sobre todo, lo que siempre ha demostrado en Europa: neutralidad a la hora de interpretar las acciones de juego duro y brusco, aunque con Brasil falló.

Resulta curioso que su entrenador personal (y de varios otros colegiados) sea un antiguo árbitro holandés con peso en el colectivo arbitral, Jaap Uilenberg, quien también estuviera en el Comité Arbitral de la UEFA y en el de la KNVB.

Cakir es uno de los colegiados que se quedan hasta el final del Mundial ya que todos los demás se marcharon a sus países; con él se quedan cinco más de Europa: Webb, Eriksson, Rizzoli, Proença y nuestro Velasco Carballo; de Sudamérica siguen Rodríguez, que arbitró ayer, y Ricci (Brasil), Vera (Ecuador), Osses (Chile), Geiger (EE UU), Irmatov (Uzbekistán), de 36 años y quien más partidos ha pitado en Mundiales (9), Haimoudi (Argelia), Doue (Costa de Marfil) y Nishimura (Japón), el del partido inicial Brasil-Croacia, de triste recuerdo. No hay ningún árbitro de los equipos semifinalistas, salvo el brasileño Ricci. La diplomacia y la política están en la FIFA.